(BURGOS). Dejó escrito Hemingway que el Periodismo es una excelente profesión si se abandona a tiempo… ¿y si antes le damos una vuelta de tuerca?

«Pasa el tiempo y sigo manteniendo el equilibrio»

Empecemos, por empezar en algún sitio, por el principio. La primera piedra de catedral de Burgos data del 20 de julio de 1221 y tiene dos nombres propios: El monarca Fernando III el Santo y el obispo burgalés Mauricio. La seo burgalesa habita desde entonces en un lugar en la Historia. Tanto es así que (perdone mi descuido) lo hace con mayúscula: La Catedral de Burgos.
Mi nombre proviene de cathedra, cathedrae, que en latín significa silla de brazos, pero no una silla cualquiera, sino la episcopal. Es decir, la catedral es la iglesia principal de cada diócesis, sede del obispo local, con presbíteros, diáconos y pueblos jerárquicamente organizados, formando un solo cuerpo místico.

Dicen que la posteridad es una superposición de minorías. Contrariando incluso a la RAE, que en una de sus acepciones la define como «fama póstuma», usted ha logrado disfrutarla en vida.
Cuando pasa el tiempo (que no ha aprendido todavía a estarse quieto siquiera un instante) y sigo manteniendo el equilibrio, no puedo sino complacerme por lo vivido. Porque si algo he sido a lo largo de todos estos años es testigo de la Historia.

¿Qué ha aprendido en tanto tiempo?
A reconocer que la edad no tienen nada que ver con lo que predican los relojes, esas máquinas prefabricadas a base de manecillas que no piensan y de pilas que no sienten más que el óxido del desuso, esos mecanismos incapaces de imaginar que cinco segundos (el primero, el segundo, el tercer, el cuarto y el quinto) escondidos pueden ser la más elevada de las bendiciones a un lado, al tiempo que una agónica tortura al otro.

¿Y no se aburre?
Yo me distraigo con una mosca, entre otras cosas, porque las moscas son muy entretenidas. Además, siempre me quedará el temor a la única compañía de estar sola. Ya lo decía Heidegger, «La ausencia es, y tanto, que a veces llega a la desolación».

Ahora que lo dice, me pregunto si vivir mucho es bueno o malo.
Los más pesimistas, que son los que están mejor dotados para adivinar el futuro, le responderían que de nada sirve prolongar la decrepitud, pues las vidas no se dilatan por el centro, sino por su extremo final. Los más optimistas, a la postre los más felices en su equivocación, le desearían salud para, mañana, proclamar ufano a los cuatro vientos eso de «que me quiten lo bailao».

Lo que sí es cierto es que los años no pasan en balde para nadie, tampoco para las catedrales. Se lo comento por la conservación de sus congéneres, cada vez más aquejosa en estos tiempos modernos.
Es lo que tiene ser una Catedral. Nos presentamos sublimes y macizas, pero en el fondo no podemos obviar que estamos cinceladas de frágiles formas y colores, agujas y piedras, que en su interior albergan un impresionante pero quebradizo legado cultural.

 

INFORMACIÓN DE INTERÉS
Ubicación: Casco antiguo de Burgos
Horario de visita: De 9.30 a 19.30 horas. Todos los días
Precio: 5 euros
Teléfono: 947204712
Más información: www.catedraldeburgos.es