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El SIDA: la enfermedad de las personas que no existen

02-08-11J. Marcos
GuinGuinBali

El reelegido presidente de Tanzania, Jakaya Kikwete, promete reducir la transmisión del VIH y su impacto en la salud y la productividad. El silencio es el estatus al que se agarran las personas seropositivas, incapaces de revelar su enfermedad.

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(GuinGuinBali, 02-08-11, Tanzania)

La paradoja temporal del pueblo masái

02-08-11J. Marcos
GuinGuinBali

La tribu de los guerreros afincados entre Tanzania y Kenia ha empezado la más ardua de sus batallas: congelar el tiempo. ¿Han dejado paso las batallas contra luos, kikuyos y británicos la actual guerra contra el turismo de masas?

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(GuinGuinBali, 02-08-11, Tanzania-Kenia)

Las cuentas (y los cuentos) del turismo

(DAR ES SALAAM, TANZANIA). Si los turistas fueran como la merluza, podrían congelarse. Tanzania tendría entonces un millón de congelados al año, listos para servir en los platos más suculentos (y caros) de Ngorongoro, Serengueti, Kilimanjaro, Zanzíbar y compañía. Pero las cuentas no son tan sencillas. Yo no sé lo que deja de media cada turista, pero sí he visto lo que cuesta: en muchos casos, cien mil veces más de lo que paga. Me pregunto qué parte de los 700 euros que vale un safari y de los 900 euros que supone la ascensión al Kilimajaro llega al vendedor de la esquina de mi barrio, el de los menús diarios a un euro (bebida incluida). Argumentar que la intrahistoria nacional mejora gracias al turismo es como argüir que la mosca varada sobre el cuerno del buey es la principal responsable de que el campo quede bien arado. Tanzania enfrenta muchas amenazas, pero la que más temo es que en el futuro quede únicamente recluida a una guía de viajes, a una imagen de postal, a una oferta de verano. El cazador cazado. De congelador a congelado. Porque como pasa con los cantos rodados, lo malo de los turistas no es que lo sean, sino que no sepamos que lo son (ni cómo son).

No me gusta (de) Tanzania

(BABATI, TANZANIA). Tanzania es incómoda. Un oscurecer pronto y plomizo que no ofrece abrazos ni arrumacos de ningún tipo. Saborear ‘Tanzania’ es atragantarse con un país lejano que tiene cara de estar bostezando con la boca cerrada. No caben las carantoñas y sobran los motivos. Basta con entrar en ciertas oficinas para darse cuenta de que también aquí hay mucha gente repetida. Ya lo decía el sabio: sólo hay dos cosas infinitas, el universo (si nadie demuestra lo contrario) y la estupidez humana, que además es muy contagiosa. Adormecida por el goteo turístico y acomodada en la ayuda externa, Tanzania ofrece un discurso que, al ser sólo verdad a medias, es en realidad completamente falso. Más preocupados por la percepción que tienen de la realidad que por la realidad misma, sus líderes y gurús defienden un proyecto demasiado subjetivo como para no leer con preferencia en sistemas ajenos lo que en realidad responde a sus propias concepciones. Y si algo enseña Tanzania es no tener prisa. Después de todo, sólo hace 518 años que Colón llegó a América. Entonces, ¿para qué sirven las manchas del sol?

Me gusta (de) Tanzania. Y para gustos los sabores

(MOSHI, TANZANIA). Tanzania es literaria. Una bocanada de aire fresco que otorga a lo natural su fuerza más genuina pero también la más ingenua. Decir ‘Tanzania’ es conjugar un verbo seductor y extraño, intenso y trémulo. No es la misma al minuto siguiente de estrecharle la mano, como si la sempiterna metamorfosis fuera la única salida para descargar la intensidad de sus emociones. Recostada sobre una improvisada sucesión de planos de luz, Tanzania no sabe de tiempos: no lleva reloj porque es evidente que no necesita trocear la realidad para usarla en porciones. Es un presente que sueña la imprudencia del mañana doliéndose aún de su pasado; un impulso que prolonga el tiempo haciéndolo infinito y acercando lo real a lo imaginario. Las nubes vagan sin agobios, imitando tal vez el vivir calmo de sus gentes. Tanzania no entiende de prisas ni sabe de pragmatismos, tampoco de alta política pero sí de esperanza, de fe en algo mejor. ¿Por qué mirar las manchas del sol?

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