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Las exterioridades condenadas y su curvatura ética

julio 19J. Marcos
ACADEMIA

Metafísica y persona. La lógica de la alteridad que expone este artículo (pasando desde Lèvinas a la Filosofía de la liberación) muestra que, si bien el Ser es el fundamento del sistema, hay realidad más allá del Ser, en las exterioridades. El ser humano no es un hecho, sino un proyecto.

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(Metafísica y Persona, julio 19)

El Otro plural como a priori ético transformador

mayo 18J. Marcos
ACADEMIA

Tales, revista de Filosofía. El plano ético es anterior en términos humanos al ontológico. Es el Otro quien concierne al Yo y al Nosotros como fuente (no fundamento). La desnudez cercana entre Otros es lo que constituye la humanidad.

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(Tales, revista de Filosofía, mayo 18)

El giro necesario: nos-Otras, las víctimas

(BILBAO) La vida humana siempre está en manos de Otro. Porque ser humano es una experiencia relacional: solo se es humano a partir de los Otros (fuente, que no fundamento). El plano ético es anterior en términos humanos al ontológico. Y las víctimas son la instancia decisiva de ese a priori ético. Pero ¿quiénes son, por qué lo son y en qué circunstancias concretas? Dada la imposibilidad de una planificación perfecta, las víctimas se antojan lógicamente evitables pero empíricamente. El hecho de que haya víctimas es por tanto categórico, lo que lejos de invitar al inmovilismo conmueve una razón crítica sempiterna. Las víctimas no son eludibles pero sí urgentes. El pensamiento crítico, para serlo, se pregunta por las periferias del sistema, por los Sures de geografía diversa, por la mitad de la humanidad, por las vidas sobrantes.

Cuando la periodista Ximena Marín nos la jugó

Ser periodista freelance suena bonito, como una mezcla entre moderno y bucólico. Practicar “la profesión más hermosa del mundo” –cada vez tengo más dudas- en tiempos que exigen rapidez, habilidad, manejo de diferentes lenguajes y formatos es en muchos casos una lucha contra una misma, contra el sistema mediático, contra las tarifas y, a veces, contra la mala uva de compañeros.

Sí, porque a nosotros, a Jairo Marcos y a mí, Ximena Marín, cuyo nombre ocupa hoy varios titulares (siempre me ha parecido un horror que alguien periodista sea protagonista) por inventarse entrevistas, nos la jugó hace dos años.

Tras algunos primeros trabajos para La Tercera de Chile, nos aceptaron una entrevista con Pablo Iglesias, persona del momento en la política española tras los buenos resultados de las elecciones locales y autonómicas de 2015. Su equipo de prensa nos aceptó la entrevista, pero tendríamos que esperar algún tiempo porque, ante la vorágine mediática en la agenda del líder de Podemos, los medios foráneos debían esperar. No había ningún problema. No nos gustan las informaciones de última hora, ni tampoco nos parece fundamental llegar los primeros. Optamos por contar las cosas bien, de manera reposada y contextualizada. Como aprendimos de Paco Gómez Nadal, “queremos contar los procesos, no los sucesos”.

A la espera estábamos, mientras escribíamos de ríos e informábamos sobre el Canal de Isabel II, tema que también se puso de moda tiempo después, cuando recibimos un mail con un claro tono de enfado de la anterior jefa de prensa de Pablo Iglesias-digo enfado por no decir en tono acusador, ahora que releo los mails-: La Tercera había publicado una entrevista con el político, que nunca se había producido, decía, firmada por Ximena Marín. ¿?

No teníamos ni idea. Era la primera vez que escuchábamos el nombre de esta periodista. Escribimos al periódico y le contamos la información que nos había llegado. La entrevista, nos dijeron, se había publicado porque el editor de otro medio chileno había recomendado a Ximena Marín. Hicimos de intermediarios entre ambas partes, prensa de Podemos y medio, sin tener nada que ver: está claro que los perjudicados éramos nosotros porque habíamos perdido un trabajo y no estaba la cosa (ni está) para desperdiciar temas. Desde un lado mostraron inquietud, desde el otro, alucinaron. Nosotros estábamos en medio, porque no sabemos por qué razón no hablaron directamente ambas partes. Y tuvimos que andar pidiendo disculpas, defendiendo nuestro proceder y asumiendo que habíamos perdido un tema.

Dos años después, pasando el rato muerto en Twitter, un retuit de Xavier Aldekoa nos devuelve el nombre de Ximena Marín: la profesión estaba conmocionada en Chile, varios medios españoles se han hecho eco de los inventos… ¿Reímos o lloramos?, ¿el tiempo pone a cada quien en su sitio?

Lo que está claro que la mala praxis de una persona –me niego a llamarle compañera- nos golpeó; y no fue una anécdota. Varias malas praxis, que coincidieron en el tiempo, de varias personas de la profesión –éstas con mucho más nombre- también nos afectaron. ¡Qué falta haría un poco más de corazón en el periodismo, como dice Jairo Marcos! ¡Hasta para escribir emails! Amarramos el barco, pero seguimos caminando despacito y por carreteras secundarias, porque no tenemos ningún interés en llegar los primeros.

la tercera

La belleza es una mierda

(BURGOS). La verdad es una mentira, la ética apesta y la belleza es una mierda. La primera la dicta el Gobierno de tu(r)no, la segunda es cuestión de la mayoría (en riguroso singular excluyente) y ¿la belleza? A ésa la han convertido en una mujer desnuda (en riguroso singular normalizador) anunciando un perfume. Pero también están equivocados. La verdad, la ética y la belleza son demasiado importantes como para entregarlas con desdén al enemigo. Pero la nuestra será siempre, por fortuna, una historia inconclusa. Por eso tenemos que seguir soñando, leyendo y escribiendo. Yo me quedo en mi página en blanco, mi opinión pendiente de la delgada coartada que permite la última crónica del día. También a veces se me olvida que sólo soy espectador, con el corazón hundido en un bolsillo de mi pantalón.

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