Apeiron 01

(BURGOS). Degusté el correo electrónico en silencio: «Me complace comunicarle que su trabajo ha sido aceptado para su publicación en Ápeiron Ediciones«. Meses antes, la editorial había publicado la ‘V Edición de TFG, TFC y Tesis para su publicación’. Eché un vistazo a las bases y soñé con la posibilidad de desempolvar (del repositorio digital de la UNED) mi Trabajo de Fin de Máster: nos-Otras (las víctimas). Un acercamiento con Vattimo y Dussel a la Filosofía desde las periferias, al que en su día dediqué muchas horas y más cariño (aunque ahora ambos me parezcan ridículos en comparación con lo que lleva detrás una tesis).

Solo después de haber saboreado unas cuantas veces aquella notificación electrónica viajé a la letra pequeña, allí donde cualquier escrito corre el riesgo de volverse deleznable. Me exigían 256,94 euros en concepto de «coste de gestiones legales». Por si las dudas, el contrato adjunto confirmaba los abusos cotidianos en la actual situación del mundo académico y literario (y yo que tanto me quejo del periodístico): cesión de derechos durante 15 años, para una tirada exclusivamente digital y POD (impresión solo bajo demanda, excepción hecha de un ejemplar de cortesía), previo pago de 256,94 euros y con unas ganancias previstas del 10%*. Regresé directamente a las bases del concurso y las rumié esperando apaciguar el efecto-incredulidad detectando alguna omisión en mi lectura inicial, fruto por ejemplo de las prisas. Pero nada, ni una sola mención al supuesto pago que deberían hacer después los ‘afortunad@s’.

De un tiempo para acá, en el mismo cruce de carreteras secundarias entre Berlín y Mérida donde me dejé toda aspiración de trascendencia, sigo empeñado en aliviar equipaje, aunque sea para ir más lento y no siempre hacia adelante. ¿A qué van destinada esa cantidad?, les pregunté entre otras consultas irónicas.

«En relación con las dudas que plantea, he de decirle que la mayoría guardan relación con datos de carácter privado. (…) No hay posibilidad de modificación alguna en las cláusulas del contrato de edición«. Clarinete. Aquel día supe que había vuelto a perder unos cuantos puntos de esos que quizá (o no) necesite en un futuro cada vez más estrecho, los que dan por cualquier publicación con ISBN y que tanto engordan el ego, en un país en el que nos han vendido que tener títulos en la mochila es una suma de esfuerzos y méritos que a la postre nos convierten en mejores personas. Ni modo.

Títulos. Será por eso por lo que, mientras unos se los inventan, otros se los compran, cuando no los plagian. No vaya a ser que no tener título alguno que enmarcar en la pared nos haga peores personas.

(*) El autor recibe el 10% del importe de cada libro vendido… siempre y cuando haya un acumulado mínimo de 50 euros. Si los e-book de la colección Faber&Sapiens (a la que van destinados estos trabajos académicos) rondan los 3 euros por ejemplar, los cálculos para ver un solo céntimo son obvios: hay que ser poco menos que un superventas.