(BILBAO). El dolor se acumula en tu cuerpo. Existes a través de tu dolor, ahí mismo, donde el mundo sigue tan grosero, tan injusto, tan feo como de costumbre. Estás repleta de memorias en crudo que tejes de una manera desordenada y generosa. Vas directamente a las entrañas: «Si violan el agua, violan la vida». En el mapamundi de las luchas y reivindicaciones hay mujeres y hombres que arriman el hombro más allá de las consecuencias personales. Estás tú. Reproduces tal cantidad de recuerdos, que manan caóticos de tu boca sin otro orden que atar el ayer al mañana con eslabones de sufrimiento sobrellevado. La escasez tiene en tu vida la misma dirección postal que la abundancia. A escasos centímetros de piel, dos ojos secos apenas pueden ya llorar, mientras unos labios dibujan sin pausa la mejor de las sonrisas.