(TORREMOLINOS) Estar aquí hoy para recoger este reconocimiento es muy importante y especial para nosotros. Gracias al ayuntamiento de Torremolinos y a las personas del jurado que decidieron que nuestro reportaje mecería esta proyección. Un agradecimiento que nos sirve también de alas para seguir trabajando, buscando historias y contándolas. Historias de disidencias, de luchas, de márgenes, de periferias, de desplazamientos, que salgan de la agenda mediática y que nos recuerden la diversidad del mundo y de las personas que vivimos en él.

Este texto nació a raíz de la amistad con Óliver, uno de los protagonistas del reportaje, que siempre nos contaba, rompiendo prejuicios, que ser gay en un pueblo es mucho mejor que salir del armario en una ciudad. Su forma de romper tópicos y prejuicios sobre los entornos rurales nos inspiró. Por eso, queremos dedicarle este premio a Óliver, que nos inspira, nos cuestiona, nos enseña. Y tampoco podemos olvidar a Elsa y a su mamá, Anabel, que accedieron a contarnos su historia de disidencia desde las entrañas, la cercanía, desde la duda, desde el amor y el aprendizaje colectivo.

Esta historia habla de Extremadura y de sus gentes, tierra olvidada y saqueada, tierra que nos recuerda quiénes somos y hacia dónde vamos.

La curiosidad permanente, el cuestionamiento constante y la necesidad de construir un mundo más justo y equitativo son los soportes que nos ayudan a no tirar la toalla y a seguir en esto del periodismo.

Ser periodistas nos brinda el privilegio de vivir otras vidas, de encontrarnos con personas que comparten con nosotros parte de su corazón por el mero hecho de confiar en nosotros. Es el mejor regalo de la profesión y a todas ellas va este premio.

Pero no nos vamos a engañar, por muchos agradecimientos y palabras bonitas que pongamos hoy encima de la mesa, los premios son excepciones muy alejadas de las miserias que sufrimos cada día los colaboradores a la pieza. Porque lo habitual no es recibir un galardón, sino una bofetada periodística en sus muy diversas formas.

Sucede cuando ningún medio cree en la propuesta de una cobertura, cuando ni responden, cuando simulan interés pero solo te ofrecen visibilidad, cuando la situación mejora y finalmente emites la factura (que suele ser irrisoria) pero en tu cuenta no llegan las novedades hasta pasados unos meses, cuando los tuyos siguen preguntándote si alguna vez vas a tener ‘un trabajo de verdad’; en definitiva, cuando la humanidad parece estar siempre en una vocación diferente a la tuya.

Por eso también queremos que este premio sea de todos aquellos freelance empeñados en contar historias en mitad de la tormenta y sin ningún paraguas contractual que les proteja. El Periodismo no sería posible sin todos vosotros.

Y por último, gracias a Pikara Magazine, la revista donde publicamos este reportaje, por confiar nuestras historias, por seguir demostrando que otro Periodismo es posible, por tratar a los colaboradores con cariño.

 

[Discurso leído en el acto de entrega del II Premio Internacional de Periodismo Pedro Zerolo. Categoría Digital]