La teorización de los cuidados es un puntal de los feminismos. La teoría parece que se sabe, pero ¿y la práctica? Dejando a un lado que los cuidados deben ser recíprocos, llevar a la práctica esa teoría que queda tan bonita en papel o en pantalla es otra historia (la que se queda en el tintero).

Me atrevo a decir (aunque tal vez estoy equivocada porque no he hecho ningún estudio, sino que es una sensación) que más allá de un aumento del autocuidado (ligado en muchos casos al individualismo imperante y al ego sobredimensionado) y un vuelco evidente en la maternidad y en la crianza, los cuidados se han quedado en letras, no en acciones.

Cuidar no es dar la teta, o no es solo eso. Cuidar no es hacer bizcochos healthy ni hacer deporte. Cuidar es cambiar pañales a personas viejas, no solo a bebés. ¿Por qué casi nunca se escribe sobre eso?, ¿por qué se debate tan poco, y no en el centro del debate, sobre cómo cuidar a nuestras madres, padres, abuelas o abuelos?, ¿cómo se afronta la dependencia de las personas que tienen más de 70 años?, ¿cómo se asume acompañar a una persona enferma?, ¿qué hay de la dependencia?, ¿por qué las políticas públicas llevan años mirando para otro lado?

Los debates son más. ¿Qué pasa con el placer en la vejez?, ¿por qué se quita agencia a las personas ancianas?, ¿cómo se piensa la vejez con la familia elegida?

 

[Lee aquí artículo completo, publicado en Pikara Magazine]