(TANGA, TANZANIA). Yo coopero, tú cooperas, el coopera, nosotros cooperamos, vosotros cooperáis y ellos cooperan. Transmisión de conocimientos, ida y vuelta de aprendizajes y experiencias, la tercera persona del plural también echa una mano a Tanzania. Se les supone pacientes, operativos y preparados, rondan la treintena y responden a un perfil altruista y vocacional. No son simples viajeros. Ni hippies trasnochados. Tampoco mochileros caídos del cielo en busca de un manojo de experiencias tanzanas que llevarse a sus países. Tienen horarios. No carecen de preocupaciones personales. Y la rutina también forma parte de sus vidas. Tan lejos de sus países y tan cerca de sus corazones, Tanzania ha supuesto para muchos un cambio radical. Proceso de instrucción sin frenos, el de estos jóvenes es un ir y venir sempiterno, como el de una carretera con múltiples cruces en la que todos los sentidos convergen. Son abogados, diseñadores, pedagogos, ingenieros agrónomos y periodistas, politólogos, historiadores e incluso licenciados en Turismo, físicos y economistas. Pero sobre todo son cooperantes. Porque si cada uno optara por su propia victoria estaría cerrando el círculo vicioso de la derrota colectiva a la que parecemos estar empujando todos, más por desconcierto que por tozudez.