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¿Qué es un embalse? Premio literario Bodegas Olarra & Café Bretón (2/2)

22/04/2023. (LOGROÑO). (…) [Comienza aquí]

¿Cuántos pueblos han sido inundados por pantanos?, ¿cuánta gente perdió sus casas, sus pueblos, sus tierras y su vida por la anegación de un territorio?, ¿se ha hecho justicia de este desarraigo?, ¿existe siquiera un relato sobre la construcción de embalses, más allá de contarlos como casos aislados?, ¿cómo viven esas personas?, ¿han logrado enraizar nuevamente?

Memorias Ahogadas aborda estas cuestiones a través de la literatura de no ficción. Las voces de quienes pensaban que no tenían nada que contar son las que hilan un retrato de múltiples caras, el de España como Estado hidráulico.

Y este premio es una oportunidad inmejorable para aterrizar tantos interrogantes. Muchas gracias a Bodegas Olarra, al Café Bretón y a la editorial Pepitas por considerar que nuestra propuesta merece esta beca-literaria. Con solo ver el listado de nombres que nos preceden, el reto es ilusiona. Estamos convencidos de que no hay mejor lugar para estas historias silenciadas.

«Ojalá algún día el periodismo independiente deje de ser una elegante forma de sobrevivir en la pobreza». Premio CEPESCA (1/2)

29/11/2022. (MADRID). No hay oficio más apasionante que el Periodismo. Ningún otro te permite vivir las infinitas manifestaciones de la existencia humana.

Por eso gracias. Gracias en primer lugar a un medio como esGlobal, por confiar en nosotras. Y gracias por supuesto a CEPESCA, los organizadores de este galardón, por reconocer nuestro trabajo y el de mis compañeras y compañeros.

La nuestra, y hablo en plural porque recojo el premio también en nombre de la periodista Mª Ángeles Fernández, es la historia de dos embarcaciones, el Lodairo y el Nuevo Atxarre. Pesca de altura y pesca de bajura.

Cuando esGlobal nos propuso abordar la sostenibilidad de la pesca, lo primero que pensamos fue que teníamos por delante un reto. Porque escribimos mucho sobre agua, y desde múltiples perspectivas, pero lo cierto es que no somos expertos en pesca. Era la oportunidad perfecta para seguir aprendiendo. Y eso es también el periodismo, un aprendizaje constante.

(…) [Continúa aquí]

[Discurso con motivo del Premio de Periodismo CEPESCA, a la “Mejor pieza informativa sobre sostenibilidad y medio ambiente en la pesca”]

Retrato familiar de los V Premios de Periodismo CEPESCA. / Cedida por la organización.

Apartheid, el término jurídico que (por fin) define la realidad de Palestina (2/2)

28/04/2022. (…) [Comienza aquí]

Un crimen de lesa humanidad
En 1966, la Asamblea General de Naciones Unidas declaró el apartheid como crimen de lesa humanidad, postura reiterada por el Consejo de Seguridad en 1984. Entre ambas fechas, concretamente en 1973, se aprobó la Convención sobre el Apartheid, que denuncia que las políticas de segregación y discriminación racial son crímenes internacionales. Esta Convención recoge que el crimen de apartheid incluye “actos inhumanos cometidos con el fin de instituir y mantener la dominación de un grupo racial de personas sobre cualquier otro grupo racial de personas y de oprimirlo sistemáticamente”, tal como narra John Dugard, experto en Derecho Internacional y profesor en varias universidades, en un documento de Naciones Unidas.

Siguiendo el marco conceptual establecido hace 50 años, hace apenas unas semanas el relator especial Michael Lynk dijo también que un régimen político que prioriza de manera tan intencional y clara los derechos políticos, legales y sociales de un grupo sobre otro dentro de un mismo espacio geográfico, sobre la base de la identidad racial, nacional y étnica, se corresponde con la definición legal de apartheid.

Desde Amnistía Internacional aplauden este novedoso posicionamiento. “Las conclusiones del relator especial describen pormenorizadamente el sistema de opresión basado en motivos raciales establecido por Israel contra la población palestina, expresamente concebido para mantener la dominación israelí judía y sostenido mediante la comisión de graves violaciones de derechos humanos”, ha afirmado el director adjunto de Amnistía Internacional para Oriente Medio y Norte de África, Saleh Higazi. Incluso Michael Ben-Yair, ex fiscal general de Israel y magistrado de su Tribunal Supremo, ha asumido esta realidad en una tribuna de opinión publicada en El País: “Debo concluir con enorme tristeza que mi país se ha hundido en un abismo moral y político tal, que en estos momentos es un régimen de apartheid. Es hora de que la comunidad internacional reconozca esta realidad”.

Amnistía Internacional también ha publicado un informe este año para posicionarse claramente y asumir que lo que sucede en Palestina es un apartheid, sin peros ni eufemismos. “Israel ha impuesto un sistema de opresión y dominación de la población palestina (…) La segregación se lleva a cabo de una forma sistemática y muy institucionalizada mediante leyes, políticas y prácticas, todas ellas concebidas para impedir que la población palestina reclame los mismos derechos que la población israelí judía dentro de Israel y los territorios palestinos ocupados y disfrute de ellos y, por tanto, con la intención de oprimir y dominar al pueblo palestino”, recoge el estudio titulado ‘El apartheid israelí contra la población palestina’.

Intento de división
Los diferentes mecanismos utilizados hacen que la situación del pueblo palestino no sea uniforme. “Hay una jerarquía de opresión: lo de Gaza es peor que lo de Cisjordania, Cisjordania es peor que Jerusalén, Jerusalén es peor que Nazaret. Todos estamos bajo ocupación, pero la manifestación de la opresión es diversa. Es muy importante saber que hay diferencias, pero la motivación es única y uno de los objetivos de la ocupación es dividir a la población y convencernos de que hay gente mejor y peor para así evitar la unión de la lucha contra la ocupación”, explicaba Hassan en 2018. La abogada treintañera se considera una privilegiada porque, al nacer en Nazaret, población que forma parte del Estado de Israel desde 1948, tiene un pasaporte israelí que le permite libertad de movimientos.

El apartheid tiene diversas consecuencias para Lubnah Shomlai. Por un lado, habla de “desnacionalización”, es decir, de mantener a la población palestina como un pueblo sin estado; también de marginación democrática, de denegación del derecho al retorno, de la negativa al acceso y uso de la tierra; y, finalmente, de segregación, fragmentación y aislamiento. “Se trata de generar una desconexión que hace que se pierda la identidad como grupo o como pueblo y así se anula nuestro derecho a la autodeterminación. Israel trata de desgastar la identidad palestina”, relata.



[Lee aquí artículo completo, publicado en El Salto]

Nos queda la memoria (1/2)

03/12/2021. (MÉRIDA). La impunidad y el olvido envuelven los casos de las personas desaparecidas. De Colombia a España. Porque hay ausencias que se repiten da igual la latitud. La sociedad civil ha asumido la labor de no olvidar a las víctimas y exige justicia, verdad y reparación.

Yanette Bautista vive pegada al retrato de su hermana. Nydia Érika Bautista desapareció en 1987 en Bogotá y desde entonces Yanette no ha cesado de recordarla ni de buscarla. A ella y a las miles de personas desaparecidas en Colombia, seres humanos de los que por no haber no hay ni cifras certeras, pues bien pueden ser una cantidad (54.000, según la Fiscalía General de la Nación) o el doble (las 120.000 que denuncia la Fundación Nydia Érika Bautista, FNEB). Pertenecen a ese tipo de cálculos que oficialmente no se cuantifican con exactitud, ya sea para taparlos, para hacerlos desaparecer o para dejarlos bajo tierra. Víctima y defensora de los derechos humanos, Yanette Bautista estudió Derecho porque, una vez encontrado el cadáver de su hermana, quería una justicia que todavía hoy no ha encontrado.

El día de su primera comunión, siendo apenas una niña, Andrea Torres, la hija de Yanette, presenció cómo se llevaban a su tía. También se hizo abogada, para luchar por las personas desaparecidas, para exigir justicia, verdad y reparación. En una reciente visita a Extremadura, ha denunciado la situación de impunidad que continúa existiendo en Colombia, cuando se cumplen cinco años desde la firma de los Acuerdos de Paz. “Lo que nos queda es la memoria”, subrayó en Mérida, en un acto organizado por Brigadas Internacionales de Paz (PBI, por sus siglas en inglés), en el que compartió diálogo con Guillermo León, de la Asociación Memorial Campo de Concentración de Castuera (Amecadec).

“El motor de nuestra lucha es el amor y también recordar las ideas de las desaparecidas”, añadió. Su labor jurídica forma parte del horizonte que abarca la FNEB: que nadie olvide a las personas desaparecidas en Colombia. Pero “no hay acceso a la justicia, ni siquiera a la verdad”, lamentó Andrea, en un discurso con muchos puntos de unión con el del historiador. Los puentes entre ambos se tendieron en La Enredadera, un espacio autogestionado situado en la capital extremeña, donde se desvelaron ausencias que al mismo tiempo podían aterrizarse en Cundinamarca y en Badajoz. Porque hay relatos que se repiten da igual la latitud. Son dinámicas que no entienden de husos horarios.

(…) [Continúa aquí]

[Lee aquí artículo completo, publicado en El Salto]

¿Por qué somos feas? Un retoque estético (3/3)

27/06/2021. (BILBAO). “A menudo la atribución de belleza o de fealdad se ha hecho atendiendo no a criterios estéticos, sino políticos y sociales”, escribe Eco en la obra ya citada. Si realmente las fronteras de la belleza oscilan en función de la cultura, la época, la economía y la religión, cabría pensar que es cuestión de tiempo y que la fealdad pasada algún día será belleza futura. Si todo eso es cierto, la fealdad no se revelaría como una manifestación idéntica en todos los lugares y ni siquiera sería igual en todos los momentos. La fealdad sería diversa en función de las culturas, las personas y las experiencias personales. Todo eso suena consoladoramente cierto, hasta que el ayer y el mañana se descubren unidos por el mismo triángulo sistémico capitalismo-racismo-machismo. Mientras la historia siga repitiéndose como si de los círculos concéntricos de un muelle se tratara, la fealdad va continuar anclada a los mismos rostros y en los mismos cuerpos. El eterno retorno de lo mismo (Friedrich Nietzsche) parece inevitable si la historia continúa contada por los mismos.

Llegados a este punto, se puede devolver la mirada al ámbito de la pura estética para tratar de agarrarse a algún síntoma de transformación. Porque allí se contempla que lo que durante mucho tiempo había sido mera privación de belleza se ganó su espacio a partir del romanticismo (hacia la primera mitad del siglo XIX) y su cruzada por resquebrajar el canon y mostrar otras perspectivas, exaltando las formas libres, el sentimiento y las pasiones sobre la razón. La fealdad resurgió en el arte para erigirse en elemento crítico de lucha frente al normativismo. No había vuelta atrás y, tras la muerte de Hegel en 1831, la fealdad se convirtió de forma paulatina en un problema decisivo.

La normalización de lo horrendo, de lo asqueroso y, en definitiva, de lo feo fue el resultado del proceso de reordenación del mundo que consumaron las vanguardias artísticas a principios del siglo XX. El expresionismo alemán utilizó la fealdad como denuncia social, mientras el surrealismo y el dadaísmo recurrieron a lo grotesco y monstruoso. La fealdad terminó siendo aceptada como modelo estético. Un triunfo que se reforzó en la era industrial y mercantil, por su inclinación hacia la utilidad y la funcionalidad por encima de la belleza. Bajo ese telón de fondo se expresa el arte contemporáneo, convencido de que allí donde antes no se había querido mirar también hay cosas que apreciar y que el inexplorado abanico de posibilidades es más amplio y genuino. Es la atracción del abismo, donde la fascinación queda atrapada por la imperfección. Hasta tal extremo, que lo feo ha adquirido hoy su aceptación universal en el ámbito estético. Es una calavera con diamantes. Es la fotografía de unas vísceras en primer plano.

A partir de aquí se abren numerosos interrogantes, empezando por discernir si la dimensión estética muestra el camino hacia la necesaria transformación humana. ¿Por qué el triunfo de lo feo artístico? Deslumbrar es la clave. Lo inimitable está en la exploración de la fealdad. En crear una copia sin par, pues la belleza es más fácil de imitar. Las identidades clásicas ya no venden, no son competitivas. Lo que comenzó siendo una fuerza aterradora emana hoy un gran poder de atracción y prestigio. Pero el feísmo deliberado, no espontáneo e incluso forzado, parece ocultar la penúltima victoria del capital, que ha decidido envasar la fealdad para comercializarla y hacer negocio con ella. Extrapolado a las luchas feministas, ¿qué será de la resistencia y la rebeldía de las feas? El ser y el no ser. Belleza y fealdad. El riesgo es existencial. Y no sería la primera vez que una lucha social acaba estampada en el dorso de miles de camisetas.

[Lee aquí artículo completo, publicado en Pikara Magazine]

¿Por qué somos feas? Las brujas de ayer y de hoy (2/3)

26/06/2021. (BILBAO). Cuando el siglo XVIII se iluminaba con la razón eurocéntrica y mientras el varón luchaba por dominar los campos de lo económico y lo político, las mujeres bellas eran las que cuidaban dócil y servicialmente del conquistador en el interior de lo doméstico. La aniquilación era el único camino posible para las colonias que no se doblegaban. Su exterminio estaba previamente legitimado en tanto que feas ergo prescindibles y desechables. Imposible poner reparos a la matanza del no-ser porque no existe.

La eliminación de las mujeres está relacionada en este sentido con la quema de brujas que se produjo hasta entrada la Ilustración en la Europa central, en un proceso que coincide con la proclamada Ilustración occidental (Silvia Federici: Calibán y la bruja). A un lado, la luz y su belleza existencial, al otro, la oscuridad y su impura fealdad. Los aquelarres no eran una cuestión exclusiva de un género ni tampoco de unas facciones determinadas, pero desde los inicios se identificó aquellos conjuros con las mujeres feas. Más de 400.000 personas fueron encausadas solo en Europa, la mayoría (se calcula que el 85 por ciento) mujeres. Una de cada cuatro fueron ajusticiadas.

“Lo que interesa de nuestra historia es que en la mayoría de casos las víctimas de la hoguera fueron acusadas de brujería porque eran feas”. La explicación es de Umberto Eco (Historia de la fealdad) y sus cursivas hay que leerlas en esa concepción de lo feo en contraposición a la belleza social establecida. Las brujas eran curanderas, parteras y herboleras que desafiaron el poder masculino, rebelándose desde sus cuerpos frente a la ciencia y la religión establecidas. Eran resistentes y transgresoras, revolucionarias. Y, por consiguiente, eran feas. Prueba de ello es la iconografía que las representa como viejas encorvadas y oscuras, de nariz larga y ojos prominentes, solitarias, con rasgos grotescos y envueltas siempre por un ambiente maléfico. Por cierto, la escoba que acompaña a muchas de sus representaciones tampoco es casual: la utilidad de estos objetos indica la presencia de mugre, de basura, de desechos que hay que retirar cuanto antes; su forma presenta además una evidente connotación fálica que recuerda las orgías que organizaban y que incluían relaciones sexuales con el mismísimo Lucifer bajo la forma de un macho cabrío. Por algo Lutero las llamaba “putas del diablo”. ¿Será que la escoba se convirtió en dildo?

Pero no hace falta irse tan atrás en el tiempo porque todavía hoy las mujeres aparecen en función de su belleza social: “Esta sociedad, a las mujeres en general y a las migradas en particular, nos quiere en un rol más pasivo de estar al servicio de”, denuncia la activista feminista Txefi Roco en una entrevista reciente de Pikara Magazine. Es el “calladita estás más guapa” dicho de múltiples formas. Por ejemplo, exhortado en términos de la baja política: “¡Quítese esa cara de amargada!”, como espetó Rocío Monasterio (VOX) a Mónica García (Más Madrid), en el último debate de la pasada campaña electoral madrileña. O bajo los calificativos que reciben tantas feministas: malfollada, marimacho, feminazi, machorra… Imposible negar la existencia de brujas en el siglo XXI, porque los códigos de lo bello continúan asociados al poder.

[Lee aquí artículo completo, publicado en Pikara Magazine]
Jairo Marcos
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